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AMISTADES PELIGROSAS: SOY EL MEJOR AMIGO DE MI HIJO


Algunas veces escucho por ahí a padres que dicen que sus hijos y ellos se llevan muy bien, que son los mejores amigos y se cuentan todo, son hasta cómplices; pero, ¿qué tan saludable es esta relación?, ¿Se vale?.


En teoría, lo más importante es que los hijos entiendan que hay jerarquías y que sus padres son sus padres, es decir, son figuras de autoridad, de amor y de respeto; existen ciertas decisiones en las que los padres marcan la pauta y los hijos deben respetar por el hecho de que son hijos. Es cierto que no todas las decisiones son benéficas para los hijos, pero los padres las toman porque son ellos quienes “DECIDEN” dentro de una familia.


Entonces lo más saludable sería que los hijos entendieran que hay situaciones que pueden discutir (la hora de estudio de los hijos, la hora del baño, etc), pero hay otras que deben respetar y acatar (el tipo de alimentación de la familia, la hora de llegada); entonces una relación de autoridad pocas veces puede haber una amistad; de esta manera si a mí, me preguntas; creo que lo más sano es que el padre sea padre y el hijo, hijo.


Actualmente hay muchas estudios que critican los estilos de crianza tradicionales; es decir, hay muchas teorías que hablan sobre los límites desde el amor, sobre la parte de la comunicación sana desde el estar con el hijo, sobre aceptar las emociones de nuestros hijos ya sean positivas o negativas y darles un espacio y esto es tal vez un poco lo que es más aceptable; ya que el papá deja de ser un padre autoritario, castigador e inflexible y la frase “ porque soy tu padre y así lo decido” queda fuera del sistema de crianza.


Entonces desde lo anterior, la relación se vuelve más humana, más cercana, más armónica y los padres escuchamos a nuestros hijos y comprendemos sus emociones ya sean positivas o negativas y los acompañamos y en ningún momento le ponemos juicio a algo o corregimos con castigos, porque entonces lo que logramos es que nuestros hijos vayan limitando lo que nos comunican y no se permitan sentir determinadas emociones.


En el libro “COMO HABLAR PARA QUE LOS HIJOS ESCUCHEN…” vienen ciertas recomendaciones, ejemplos y ejercicios para que comencemos a ensayar y a desarrollar una mejor relación con nuestros hijos basada en el amor y en el respeto y no en la amistad.


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