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Los juanetes, ¿se pueden corregir sin pasar por el quirófano?


La manera en que se pisa, los zapatos que se utilizan y el tipo de actividad laboral que se lleva a cabo son factores que determinan el desarrollo de juanetes.


El juanete, denominado técnicamente Hallux valgus, es una deformidad que afecta al primer dedo del pie, que hace que, en vez de estar direccionado hacia adelante, se incline hacia el segundo dedo. Esta desviación del dedo “gordo” provoca un bulto en el borde interno del pie que se conoce con el nombre de “juanete”.


Pocas personas acuden al especialista hasta que duele o la deformación es acusada.


Los juanetes y factores de desarrollo El Hallux Valgus puede ser leve, moderado o severo, aunque es habitual que los afectados no consulten con el especialista hasta que les produce dolor o cuando la deformación es extrema. A medida que la deformidad progresa, el desplazamiento lateral del dedo interfiere con el alineamiento y el funcionamiento de los dedos menores, una situación que provoca otras deformidades, como la superposición de los dos primeros dedos, dedos en “martillo” o en “garra”, la alteración de los sistemas de sostén del peso corporal y desarrollo de callosidades.


Pero, ¿cuál es el motivo que provoca esta deformación en el pie? El juanete es la consecuencia de miles de pasos dados de una determinada manera, es decir, la culpa la tiene la forma de pisar.


En concreto, cuenta Víctor Alfaro, podólogo y director general de Podoactiva, “tener una tendencia al pie valgo (meter el pie hacia adentro al caminar) o bien tener un pie muy cavo (con mucha curvatura) genera un exceso de carga en la zona metatarsal (que es la parte de la almohadilla plantar, donde se encuentra la articulación que une los dedos a los huesos metatarsales); esta sobrecarga y los continuos impactos que soporta el hueso hacen que este se agrande de forma progresiva”.


Por eso son más frecuentes en edad avanzada. Los juanetes afectan más al sexo femenino, sobre todo, por los zapatos de punta y los tacones altos En un pie valgo, si fuésemos capaces de saber los pasos que dará una persona y su forma de pisar, se podría predecir su aparición.


En función del número de pasos y de la forma particular de pisar, el juanete se desarrollará más pronto o más tarde. Por ejemplo, en un corredor, el juanete surgirá mucho antes porque el número de impactos que realizará es mucho mayor en menos años. “Por este motivo, en deportistas, es fácil observar juanetes con tan solo 25 años. De hecho, si no anduviéramos, no habría juanetes”, puntualiza este especialista.


Otro factor que condiciona el desarrollo de esta deformidad es la actividad laboral, cuando se hace en bipedestación o movimiento constantes, ya que determina la posición que adopta la persona durante mucho tiempo a lo largo de su vida productiva.


Juanetes y mujeres: una relación íntima Esta es una de las patologías del pie más frecuentes, y afecta más al sexo femenino (por cada 8-9 mujeres afectadas, hay solo un hombre con juanetes) por diversos motivos. “Sobre todo, debido a las características del calzado: los zapatos de punta y, por supuesto, los tacones altos“, expone Alfaro.


Está demostrado que un zapato inadecuado, que no respete la morfología del pie en anchura o en longitud, tiene efectos negativos en el sistema musculoesquelético, y no solo relacionado con el desarrollo de juanetes. Sin embargo, las tendencias de la moda han ido por otros derroteros, sobre todo en los zapatos diseñados para ellas que, además, tienen mayor predisposición a sufrirlos.


Un ejemplo. Con un tacón de 10 cm, el 90% del peso corporal se sostiene en la zona metatarsal (denominada almohadilla plantar). En una mujer con predisposición a desarrollar juanetes, por cada paso que haga con tacones es como si diera diez con un tacón normal (o sea, el hueso recibe un número mayor de impactos). Por otro lado, está el embarazo. “Las mujeres con indicios de juanetes -asociado al pie valgo, con tendencia a aplanarse en las pisadas-, después del embarazo pueden observar que son más marcados. Esto tiene explicación. Por una parte, porque el ligamento tibial no trabaja como debiera por el aumento de elastina (proteína del tejido conjuntivo cuya función es proporcionar elasticidad, imprescindible para la gestación y el parto) que lo hace más elástico y blando.


Este ligamento es uno de los encargados de mantener la correcta posición del arco plantar. Este factor, junto con el aumento de peso que sufre la embarazada y el adelantamiento de su centro de gravedad, hacen que el pie se aplane más”, expone el experto. No obstante, los hombres también tienen factores que hacen aumentar la posibilidad de padecer juanetes: tener un pie en pronación, más de 70 años o practicar deporte. De todas formas, este especialista aclara que “los juanetes no se heredan. Sí que se hereda la forma de pisar, igual que sucede con otros rasgos físicos. Se hereda pisar en valgo”.



¿Tratar los juanetes sin pasar por el quirófano? En el mercado se encuentra multitud de material como férulas o correctores para tratar esta deformación. Pero, ¿son eficaces? ¿En realidad se pueden corregir los juanetes sin pasar por quirófano? A tales cuestiones, Víctor Alfaro es claro: “No. Es un hueso que ha ido creciendo debido a los pequeños y continuados impactos de la pisada, y si ya se ha desarrollado, ya no hay solución, es imposible hacer que ‘desaparezcan’. Solo queda pasar por quirófano“. Las férulas de silicona para los dedos pueden reducir la fricción interdigital y evitar el desarrollo de callosidades No hay que olvidar que el motivo principal por el que se desarrollan es la manera de pisar. Por ello, tampoco tiene sentido colocarse estos productos correctores por la noche, cuando está en descanso, ya que el juanete no aumenta, ni tampoco disminuye. “Como mucho, podrían ayudar a que disminuyera la inflamación y relajar algunas estructuras tendinosas pero, en ningún caso, harán que disminuya el hueso que se ha creado, e, incluso, en algunas ocasiones, provocan que el usuario no pueda dormir por la incomodidad”.


Las férulas de silicona que se colocan entre el primer y segundo dedo pueden reducir la fricción interdigital y evitar el desarrollo de callosidades. Pero nada más, detalla el especialista. Entonces, las personas susceptibles a desarrollarlos ¿pueden tomar alguna medida para prevenirlos? La buena noticia es que sí. “Si la madre o la abuela tienen juanetes, seguramente se podría evitar que la nieta los desarrollara, ya que, en realidad, lo que ha heredado ha sido la forma de pisar. Ninguna niña ni niño nace con un juanete.


Lo idóneo es acudir a una clínica podológica para realizarse un estudio biomecánico de la pisada y averiguar si existe una tendencia a desarrollar juanetes para así poder aplicar medidas de prevención. Estas se basan en mejorar el apoyo del pie con plantillas personalizadas para repartir la descarga, realizar mucho trabajo de potenciación muscular para reforzar la zona y educación para andar de manera adecuada“, expone el especialista. Las plantillas actuales distan mucho de las que se utilizaban años atrás: son mucho más flexibles y su principal objetivo es repartir de forma correcta la carga y controlar la excesiva pronación, sin atrofiar la musculatura del pie que es del todo necesaria. Si se usan plantillas de corrección siempre deben calzarse con un zapato correcto.


Pero, ¿cómo debe ser un calzado correcto? Víctor Alfaro advierte de que hay que fijarse en tres aspectos muy importantes: la altura (con un tacón de dos centímetros el peso corporal se reparte al 50% entre el talón y la zona de debajo de los dedos); que sea sin punta (que oprime los dedos y hace que el primer dedo se deforme hacia adentro); y la horma del zapato (que no sea estrecha, pues la compresión actúa de igual manera que los impactos y hace que el hueso del juanete crezca).


En resumen, “que el pie quepa bien”, puntualiza




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