Primer automóvil en México
El coche, ese que compartió las calles con carruajes, ante la mirada atónita de quienes transitaban por las calles de la “Ciudad de los Palacios”, llegó desde Toulón, Francia. Había sido construido a mano e importado por la Agencia de Ingenieros Basave, Robles Gil y Zoraya.
Era un Delaunay Belleville, fabricado por la empresa “S.A. des Automobiles Delaunay-Belleville” fundada casi ochenta años antes de su llegada a México, en 1903. Contaba con un motor 6 OHV (Válvulas Sobre la Cabeza) y una potencia de 21 hp.
Su orgulloso dueño, don Fernando de Teresa rompió el viento a una velocidad que parecería risible en nuestros días: 16 km/h.
Esa noche, al menos como anécdota, el parque vehicular, no sólo de la Ciudad de México, de todo el país era de 1 auto.
Sin saberlo, Fernando de Teresa estaba rompiendo el límite de velocidad que sería impuesto en el primer Reglamento de Tránsito unos años después, que era de 10 km/h en calles estrechas y hasta 40 km/h en las demás. Ese reglamento fue impuesto por el entonces presidente Porfirio Díaz, quien años antes había tomado protesta como presidente por cuarta ocasión.
Como lo relata el libro “Los Caminos de México” de Manuel Salinas Álvarez, fue hasta ocho años después que se tuvo una contabilidad más clara del parque vehicular en México.
Fueron casi 10 años para que en la República aquel solitario Delaunay Belleville compartiera los caminos con otros 136 autos. Para 1906 ya alcanzaban los 800.
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