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LA MORELIA DE AYER


Una Página al Pasado...


Cuentan quienes lo vivieron que en la Morelia del ayer, las madrugadas, los despertares y los anocheceres, se tornaban alegres, pues en las calles de los barrios del centro de nuestra ciudad, comenzaban a aparecer como por encanto los vendedores, aquellos que parecieran, se especializaban en ofertar sus productos acordes al horario en que lo hacían. Por ejemplo: por la mañana, eran los gelatineros, los vendedores de camote, la tierra de encino agua y carbón. Los tamales y atole la gente los podía encontrar afuera de los templos…por la tarde y parte de la noche, de nuevo aparecían los gelatineros, los panaderos, la fruta de horno, así como la exquisita cabeza de horno.


Era tradicional también que por fuera de las casas o en las esquinas las viejitas ofrecían en aquellas cazuelitas y ollitas de barro diversos atoles cuajados de diversos sabores, las natillas de leche, champurrado, arroz con leche o los famosos chorreados etc. El pregón era la mejor forma de dar a conocer lo que vendían, sólo cambiaba la singular manera en que los pregonaban; unos los gritaba, otros los adornaban con alguna tonadilla.


Así pues, nos situamos en el Morelia de antaño, durante las primeras horas de la mañana en los inicios de la década de los treinta y cuando el sol comenzaba a aparecer alzándose sobre el Punhuato los morelianos eran despertados por el pregón de los vendedores de jaletinas de Don Luz Villegas quien recorría las calles con su conocido pregón del cual hacía un canto. “Don Lucito”, como le decían con estimación sus clientes, preparaba sus deliciosas jaletinas de leche y huevo y de vino de jerez, las cuales se cuajaban en ese entonces y antes de la intervención de la grenetina con una substancia viscosa obtenida del cartílago de la pata de res…las de leche y huevo, y las combinadas de leche y vino se podían adquirir por cuatro centavos y las de vino o jerez por tres centavos. Por la tarde a eso de las 19:00 horas, la gente veía de nuevo a los vendedores de Don Lucito, ofreciendo su delicioso producto por fuera del cine París, luego cine Rex y también por fuera del antiguo Coliseo (hoy Teatro Ocampo) cuando había función.


Por los años treinta, Don Luisito Urbina, como a eso de las seis de la tarde se le escuchaba con su conocido pregón ¡¡llegó la fruta de hornnn!!...para atraer a las personas del centro y a las que acudían también al cine México, que más tarde sería el cine Erendira, quien además también ofrecía deliciosos pastelitos y repostería elaborada por él y que en su pequeña y limpia vitrina protegía del polvo las impurezas la amplia variedad de éstos manjares que la gente conocía como fruta de horno y que incluía también entre otros pequeños condes, soletas, ernestinas, pequeñas puchas, moñitos, bolitas de Berlín azucaradas, galletitas, cuernitos de canela y azúcar, libros y pecheras, los que eran vendidos a tres piezas por cinco centavos, los cuales eran depositados en un cucurucho o cono de papel de envoltura, hoy conocido como papel estraza.


En la Plazuela de Carrillo también por esos años, pregonaba Don Cheto…¡¡a las bolitas de leche quemada!! ¡¡lleve las almohaditas de tamarindo!!...Don Cheto era medio bizco y chimuelo, quien cargaba su pequeña vitrina que depositaba sobre una dona de trapo en su cabeza, recorría desde hora temprana las calles aledañas a Carillo a donde llegaba a establecerse por varias horas. Dos almohaditas de tamarindo o dos bolitas de leche quemada por un centavo, se podían adquirir con Don Cheto. Su pregón es recordado por los habitantes de ese popular barrio de nuestra ciudad.


En otro edición continuaremos con más historia de este tema tan importante, pues es muy largo de enumerara tantos pregoneros que recorrieron nuestra hermosa ciudad.


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